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El segundo día en Islandia lo arrancamos desde el camping de Seljalandfoss y desde allí condujimos unos 25 kilómetros hacia la que sería nuestra primera parada del día: La piscina termal Seljavallalaug. Para llegar a esta piscina hay que desviarse de la carretera principal y conducir unos 2-3 km por un camino sin asfaltar. Veréis que hay un pequeño parking al final del camino y desde ahí hasta la piscina hay que caminar unos 10 -15 minutos.

Aguas termales Seljavallalaug

La piscina termal Seljavallalaug es la más antigua de Islandia. Fue construida en 1923 y esta situada en medio de un valle, en la ladera de una de las montañas junto al volcán Eyjafjallajökull. Este volcán lo recordareis porque entró en erupción en 2010. Con la erupción toda la zona quedó cubierta de cenizas y cambio bastante todo el paisaje. Junto al desvió de la carretera sin asfaltar hay un pequeño museo donde explican las consecuencias que tuvo la erupción del volcán y como recuperaron la zona.

Al llegar pronto por la mañana, tuvimos suerte porque solamente había una pareja en la piscina, así que pudimos disfrutar tranquilos del baño. Para cambiarse después del baño, junto a la piscina hay unos vestuarios, pero están en bastante mal estado. Nosotros optamos por cambiarnos fuera.

Después del reconfortante baño, seguimos caminando colina arriba para ver que encontrábamos y como no, Islandia nos sorprendió con un estrecho cañón y una cascada. A partir de ahí complejidad del terreno nos impidió seguir caminando y decidimos volver hacia la furgo.

Os dejamos un 360º con las vistas del cañón.
Iceland

Cascada Skógafoss

Skogafoss
Skógafoss es una de las cascadas más bellas y emblemáticas de la isla, por tanto es uno de esos lugares en los que encontrareis masificación de turistas. Aún así, con los 60 metros de alto y 25 de ancho, es un lugar que merece la pena ver. En el extremo derecho de la cascada hay unas escaleras para subir a lo alto de la cascada y ver desde arriba el gran salto del agua. Si tienes suerte y sale el sol verás como se forma un doble arco iris.

Si tenéis tiempo para dedicarle a esta cascada y al río Skóga, otros viajeros nos aconsejaron hacer un trekking a lo largo del río skóga que va desde el mirador hasta el paso montañoso de Fimmvörðuháls, donde los glaciares del Myrdalsjökill y el volcán Eyjafjallajökull se separan. Nosotros ya habíamos dedicado un par de horas a la anterior parada, así que optamos por seguir conduciendo y dejar esta ruta para la próxima vez 🙂 porque habrá próxima seguro.

Glaciar Sólheimajökull

Sólheimajökull

Antes de llegar a los acantilados y playas de arena negra (Dyrholaey), hicimos una parada para ver el primer glaciar de la ruta. El glaciar Sólheimajökull que cubre el volcán Katla ofrece numerosos trekkings, la mayoría de ellos guiados, ya que requiere de material de montaña (piolets, crampones, arnés y cuerda). Si no disponéis de mucho tiempo o no queréis gastar dinero en esta excursión, hay un paseo sencillo y agradable que va desde el parking hasta la faldas de la lengua del glaciar. Nosotros nos quedamos un buen rato contemplando la actividad del hielo, ya que cada pocos minutos hay algún pequeño desprendimiento.

Dyrholaey y Vik

Dyrholaey es un acantilado de 120 metros muy característicos por los dos arcos que forman las rocas del saliente. La zona esta bastante protegida, con barreras y cintas, para evitar que los visitantes se asomen más de la cuenta y tampoco accedan a la playa rocosa que hay justo debajo. En la época que fuimos nosotros no había Puffins (frailecillos), pero este acantilado alberga una de las mayores colonias de estas aves, así que si viajáis en época de avistamiento de Puffins (entre Junio y Agosto) este puede ser un buen lugar para observarlos.

Hacia el este de Dyrholaey, está la extensa playa de arena volcánica negra, Reynisfjara que contrasta con el oleaje y la espuma blanca del mar.

Muy cerca está el pequeño pueblo Vik y Mýrdal, con apenas 300 habitantes y dónde terminamos nuestro segundo día y tercera noche en Islandia.

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